jueves, 24 de abril de 2014

Capitulo 35: Últimos momentos

Después de aquel largo abrazo, nos dimos las buenas noches, y nos fuimos a dormir. Estaba nerviosa; no podía dormir; así que bajé abajo a beber un vaso de leche para que me entrara el sueño. Solo pensaba en lo que estaba ocurriendo, sin darme cuenta de cómo sería mi vida sin él. ¿Quien me alegraría las mañanas ahora? Nada tenía sentido. Haber estado con ellos todo este tiempo, y ahora, sin más, que se fueran. Lo aceptaba, porque era su carrera, su sueño, su felicidad. Y todo ocurre por alguna razón; por un camino, unos son felices, y por otro, los demás tienen que joderse. Pero así era la vida.
Me acerqué a la entrada, con una nostálgica sonrisa; podía vernos entrar a todos por esa puerta hace más de un año. Habíamos vivido tantos, tantos momentos...Casi podría acordarme de todos. La fiesta en la piscina, el restaurante, mi cumpleaños, el hotel...Tenía tantos recuerdos de esos días en los que fui feliz. Todo se había vuelto raro, ahora solo quería un final feliz. Volví arriba a la habitación, y observé a Álvaro dormido. Me acerqué a la ventana; me acordé cuando nos poníamos a hablar frente a la luna y las estrellas...Me senté en la cama, y en seguida me entró el sueño. Solo faltaban dos días para que se fueran, y había que aprovecharlos al máximo. Desperté al día siguiente por la mañana, con apenas ganas de levantarme, pero Álvaro me arrastró hasta el comedor.
-¿Qué tenéis planeado hacer hoy? – Nos preguntó Dani sonriendo.
- Depende de lo que os apetezca, ¿Qué tal si vamos al centro? Compramos algún recuerdo, hacemos algunas fotos, y eso. – Propuso Carmen.
- Estaría bien, pero lo dices como si fuera el último día que nos veremos...
- Quien sabe, las cosas no siempre son como esperamos.
- Está bien, iremos al centro, me han comentado que han puesto una pista de patinaje sobre hielo, ahora que hace frío, estaría guay ir.
- Iremos. – Concluyó Carlos. - ¿Tenéis idea de si venden chocolate caliente por ahí? (risas)
- Si, posiblemente. – Dije. - Me visto y nos vamos.
- ¡Genial! – Saltó Álvaro.
- Chicos, estáis muy callados. – Dijo Laura mirando a David y a Blas.
- Si...es que se nos hace muy raro que nos vayamos a Latinoamérica...Ya sabeis. – Dijo Blas emocionado. David admitió con la cabeza.
Un rato después, salimos de casa para el coche.
-¿Dónde vamos? – Preguntó David.
- Al centro, y a desayunar chocolate desecho por ahí. – Recordó Dani con una sonrisa irónica.
Llegamos al centro 20 minutos después. Teníamos mucho que hacer, así que no nos distrajimos mucho.
- ¡Yo voto por ir a esa cafetería! – Propuso Carlos. Fuimos para allá, cogimos mesa, y pedimos el desayuno. Carlos tenía su chocolate, y los demás un café con pastas.
-¿Satisfecho? – Le preguntó Blas a Carlos. Él asintió con la cabeza.
Al terminar, nos dirigimos a la plaza, donde supuestamente, estaba la pista de hielo montada.
-¡Mirad! – Se sorprendió Laura. – ¿Vamos a pedir número?
Fuimos donde la pista, entramos, y nos dieron un papel con la sesión y la hora en que nos tocaría patinar. Fuimos a buscar los patines de nuestras tallas, nos los pusimos, y esperamos sentados a que nos tocara. El altavoz informó que tocaba la sesión 15, la nuestra, y entramos en la sala de hielo. Hacía bastante frío, a pesar de que llevábamos guantes, gorro y chaquetas. Me recordó a aquella vez que fui con mi prima a patinar en una parecida en Barcelona. Cuantos recuerdos. Álvaro me dio la mano, para no caerme, y empezamos a patinar. Me daba miedo caerme, ya que si te pisaban con los patines, se te cortaba el dedo. Avanzamos hacía adelante, y tuvimos que frenar de golpe. Me soltó, y fui patinando por mi cuenta. Vi a la otra punta de la pista a Carlos y a David cogidos del brazo, con cara de asustados. Me reí, y fui para allá. Carmen y Dani patinaban por su cuenta, y Laura y Blas estaban hablando mientras se aguantaban en los patines de hielo por los pelos. Todo estaba saliendo perfecto, hasta que me giré, y vi a Álvaro en el suelo. Fui hasta él para levantarlo.
-¿Qué te ha pasado?
-Ahh, me duele la mano...- Dijo haciendo un gesto de dolor.
-¿Como? Déjame ver tu mano.
-Creo que al caerme alguien me ha pisado la mano. – Le miré asustada. Le quité el guante, y sus dedos estaban perfectamente.
-Muy gracioso. – Dije con ironía. –Anda que, me has asustado.
-Que tonta...Me cogió y me empujó.
-¡Para! Me vas a tirar al final. – Le dije riéndome. Entonces empezó a perseguirme, mientras patinábamos sobre el hielo con cuidado. Miré atrás, y me choqué contra David, me puse detrás de él y Carlos, y Álvaro vino tan rápido que nos tiró a los tres al suelo.
-¡Eres un cabrón! – Bromeó Carlos mientras le chillaba. Estábamos todos riendo, y la gente nos miraba como a locos. Cogí a David, y nos fuimos patinando para el fondo, nos giramos y les sacamos la lengua para burlarnos.
-Bueno, ¿que tal te esta yendo el día? – Me preguntó.
-Genial, de momento. No se que haría sin vosotros, la verdad. – Respondí. ¿Cuándo os iréis?
-No hace falta pensar en eso ahora, tu solo, disfruta, y no pienses en lo que vendrá. – Me sonrío, y seguimos patinando un rato más.
-Bonito gorro. – Dije riéndome mientras lo señalaba.
-No te metas con Bob Esponja eh. – Bromeó.
De repente apareció Laura por detrás, mientras me empujaba. Se río. Entonces, todos se pusieron alrededor nuestro, y fuimos patinando y haciendo tonterías. Carmen sacó la cámara, y nos sacamos una foto todos juntos. Fue un momento inolvidable. El turno se nos pasó, aunque estuvimos patinando más de media hora. Salimos a pagar, dejamos los patines y salimos a la calle. Nos dirigimos a las calles, donde estaban las tiendas y paradas.
-¡Mirad eso! ¡Somos nosotros! – Gritó Dani emocionado. Era su reedición del CD Anti-Heroes, que estaba en el escaparate de una tienda de música, junto con grandes artistas. Entramos a mirar, y compramos algunas cosas, ya que había rebajados muchos de los precios. Estaba buscando en un estante, cuando de repente vi uno de los CDs de Avril Lavigne que me faltaba. Era el nuevo, y decidí comprarlo. Salimos de la tienda con unas cuantas bolsas, con cds, películas, videojuegos y libros, algunos para regalarlos a la familia. Al salir de la tienda, fuimos siguiendo las calles, que estaban llenas de paraditas de ropa, accesorios, joyas...Nos paramos a mirar algunas, mientras tonteábamos con las gafas que encontramos.
-¡Que chulas! – Bromeó Carlos. Tenían forma de corazón, y le hice una foto con ellas puestas. Que risas nos echamos al verla. Más adelante, había una parada de pulseras. Algunas tenían nombres, y compramos cada una con el nombre de cada uno. Estuvimos paseando más rato, cuando vimos una parada de tirar dardos en los que ganabas regalos. Como no, Dani y Carlos quisieron jugar, para ver quien ganaba y se quedaba con el peluche de oso.
-¡Mirad! Es la gemela de serpiente Loquis! – Chilló Carlos emocionado. Iba a conseguirla si o si, con que iba a ganar a Dani.
Carlos salió con la serpiente en las manos, y Dani con su peluche azul. Al final los dos lo habían conseguido.
La siguiente tienda, era de gorros, sombreros, folares y pañuelos, guantes, y cosas del invierno. Carlos se entusiasmó, y se probó 3 o 4 sombreros y 2 gorros. Blas unos guantes blancos, David unas orejeras, Dani una gorra de lana, y nosotras unos folares y gorros. Nos hicimos más fotos con todo lo que encontramos, y nos lo compramos.
Decidimos entrar a comer algo a un restaurante, por lo cual al salir estábamos llenos, y no hicimos gran cosa. Nos quedamos sentados en un banco hablando.
Faltaban tan solo 5 horas para el último concierto que iban a dar aquí, en España, y tenía que ser alucinante. Lo peor iba a ser la despedida. Pero ahora había que pensar en aprovecharlo al máximo y divertirse, porque algunas cosas, solo pasan una vez.
-¿Qué haremos ahora? Nos quedan aún unas 5 horas para la prueba de sonidos. – Comentó Dani.
-No se me ocurre nada. – Respondió David.
-Podríamos...no sé. – Dije.
-Podríamos ir al centro comercial a comprar ropa para esta noche, tiene que ser la más especial. – Dijo David. Todos asentimos, y fuimos hacía allí. Fuimos cada uno a su sección, y decidimos encontrarnos en los probadores en un cuarto de hora. Yo me fui con Laura a la planta de jóvenes, y Carmen vino con nosotras. Los chicos hicieron igual pero en la de hombres.
-Mira que vestido tan...bonito. – Dije a Laura señalando un horrible vestido.
-¿Sarcasmo no? – Dijo riéndose. Yo asentí. No veía nada interesante, todo era bastante aburrido.
-¿Has encontrado algo Carmen?
-Pues esta camiseta, pero no sé con que ponérmela.
-Busca unos pantalones, o...
-Vale, seguiré en ello. – Se río.
Entonces, vi un vestido al otro lado de donde estaba. Era negro, no muy largo y el cuello del vestido era en forma de corazón. Lo cogí para probármelo, y también vi unas botas negras de cordones que habrían quedado bien.
-¿Ya estáis? – Preguntó Laura con su vestido en la mano.
-Si. – Respondimos Carmen y yo con lo nuestro.
-Vaya, creí que iba a ser la única con vestido. – Dije.
-Yo he cogido uno para probármelo, depende de cómo me quede. – Dijo también Carmen. 
-Vamos a los probadores entonces. – Dijo Laura. Fuimos hacía allí, y nos encontramos a los chicos entrando.
-Vaya vaya...- Le dijo Dani a Carmen. – Seguro que te quedará bien. – Los dos sonrieron y entraron cada uno en su probador.
-¿Con qué has optado por el negro eh? El rojo te quedaría mejor. – Bromeó Álvaro.
-Si, y no, llamaría demasiado la atención. – Contesté.
-Enséñamelo cuando te lo hayas probado. – Suplicó.
-Entendido señor. – Bromeé.
Nos probamos las prendas, y salimos a buscar opiniones.
-¿Qué tal me queda? – Preguntó Laura. Todos la miramos extrañados, ya que nunca la habíamos visto con vestido.
-Genial. – Dijo David. Los demás pensamos lo mismo, así que se lo quedó.
-María, parece que vayas a una fiesta de graduación. – Dijo Blas riéndose. – Pero las botas te quedan geniales.
-No, vamos, ¿en serio? Voy a quitármelo. – Dije ridiculizándome.  
-Quizás es que eres demasiado bonita para él. Toma, he encontrado este que te quedará mejor. – Dijo Álvaro mostrándome un vestido rojo.
-Creo que voy a pasar de los vestidos. A un concierto se van con tejanos, camiseta y bambas. – Decidí.
-Entonces lo dejo yo también. – Dijo Laura detrás de mí.
-Como queráis, pero vosotras sois especiales, podéis llevar lo que queráis. – Dijo Dani.
-Creo que será mejor que vayamos como ha dicho María. – Asintió Carmen también.
-Creo que me quedaré las botas. – Dije dando algunas vueltas para verlas mejor.
-¿Qué decís de nuestros trajes? – Dijeron.
-Estáis magníficos. – Dijo Laura riéndose.
Volvimos en busca de algo normal, por lo que cogimos unos pantalones rotos, una sudadera y unas vans de colores fosforescentes, verdes, azules y amarillas. Estábamos listas, y ellos también. Fuimos a pagar a caja, y salimos cargados con las bolsas.
-Bueno...son las 5 chicas. – Comentó Carlos.
-Quedan menos de 4 horas, ay. – Dijo Carmen.
-Aún queda mucho por hacer... ¡las fotos! – Exclamó Blas.
-¿No nos hemos sacado ya suficientes en las tiendecillas? – Dijo Álvaro.
-Si, pero necesitamos una todos juntos. – Recordó David.
-¿Quien nos la hará? – Preguntó Laura.
-Pues...cualquiera que nos encontremos por aquí. Vamos allí, se ven los árboles de fondo. – Propuso Álvaro señalando un camino. Fuimos hacía allí, y como había más gente haciendo turismo con cámaras, les dimos el móvil para que nos sacaran varias. Nos pusimos en fila, unos arriba y unos abajo, agachados, haciendo tonterías, riendo...de todos modos.
Finalmente me saqué una con Álvaro, y con cada uno de ellos. Carmen hizo lo mismo, y Laura para tener el recuerdo. Finalmente, nos devolvieron el móvil y miramos las fotos mientras nos reíamos. Sabía que algún día las miraría, y lloraría en ve de reír. Recordaría todo, y lloraría.
El resto del tiempo lo pasamos en la feria de al lado, ya que nos dimos cuenta de que había una. Había las típicas atracciones como la noria, los coches de choque, los dardos y algo más. Decidimos montar primero en los coches de choque, para divertirnos un rato. Nos pusimos uno en cada uno, y empezamos la partida. Íbamos dando vueltas por la pista, y chocándonos entre nosotros. La música que sonaba de fondo, no pude creerlo cuando empezó a sonar. Era Complicated, la canción de Avril con la que la había conocido y hecho fan con ella, la de los principios de los principios de todo. No pude no emocionarme, y fue un momento de shok para mí. Seguimos dando vueltas con los coches, mientras algunos de nosotros seguíamos cantando la canción y haciendo gestos, como David y yo que nos la sabíamos. Me sentía comprendida. Bajamos cuando pitó la alarma, y nos dirigimos a la noria. Por suerte, cupimos todos juntos en el telecabina porque eran bastante espaciosos. Hoy era un día en el que teníamos que hacerlo todo juntos, y sino, no lo haríamos. Entramos y esperamos a que se llenara para que pudieran girarla. Un rato después, empezó a levantarse, y vimos como todo se hacía más pequeño cada vez. Nos reíamos de la pequeña gente, y de cómo estábamos tan enanitos desde ahí y nos reímos todos. De repente, empezó a nevar. Todos nos sorprendimos mientras veíamos la nieve cayendo sobre el vidrio, y seguimos observando el paisaje. Por suerte, la nieve no era muy intensa, y no tapó ningún telecabina ni tuvieron que parar las atracciones. La sesión finalizó, y fuimos a los dardos a jugar algo.
-Vale, me apuesto a que Carlos no me gana esta vez. – Acordó Dani.
-¿Estás seguro? – Le retó Carlos.
-¿Nos apostamos algo?
-Vale; si gano, esta noche tendrás que desnudarte delante de los de prueba de sonido. – Retó Carlos, por lo que todos nos reímos.
-Bien, si gano yo, irás a buscar a Sara y despedirte de ella. – Dijo Dani. Todos nos quedamos algo rayados, pero acordaron con el reto. Laura y yo propusimos haber quien ganaría, y Blas y Carmen también, por lo que David y Álvaro fueron a comprar patatas fritas al lado. Las batallas empezaron; Dani iba ganando una vez más, y Blas también. Entre Laura y yo, llevábamos los mismos fallos. Entonces me entró la risa tonta.
-Apuesto a que las dos perdemos, entonces las dos nos debemos un guisante a cada una, ¿te parece? – Bromeó. Las dos empezamos a reírnos, y acabamos perdiendo. Al menos nos dieron un erizo de peluche de consolación. Aún nos reímos más después de ello.
-¿Qué tal vais? – Preguntamos a Carmen y Blas.
-Creo que voy ganando. – Dijo Carmen con risa maliciosa.
-¿Vosotros? – Creo que Carlos se dejó ganar, porque él sabía que debía despedirse de Sara.
-Vaya, he perdido. – Dijo sin emoción.
-Vamos allá, reto, envíale un mensaje, dile que venga al concierto de despedida y luego habláis. Eso hizo. Aunque ella no le contestó.
-Creo que es la hora...- Anunció David con las patatas en la mano. Eran las 8 menos cuarto, y a las 8 y media era la prueba de sonido. De camino al pabellón, nos comimos las patatas que trajeron Álvaro y David, y hablamos del concierto.
-Que pena que hayas ganado Dani, me habría gustado la cara que habría puesto Magí al verte desnudo en el escenario. – Dijo Blas echándose a reír a carcajadas.
-Reconozco que era un buen reto. – Dijo Dani también riéndose.

-Que buenas están estas patatas. – Dijo Laura terminándose su ración, así que le robó unas dos más a David mientras no miraba. Los demás nos reímos a escondidas. Así seguimos todo el camino, hasta llegar. Nos abrieron, y pasamos a la gran sala de concierto. Nos esperamos en el recinto que hay debajo del escenario, mientras les veíamos ensayar. Era genial no escuchar ningún grito y poder oír sus voces. Carmen y yo empezamos a cantar, y Laura se reía porque solo le sonaban algunas frases de canciones de oírmelas escuchar y cantar. A las nueve acabaron el ensayo. Solo faltaba media hora para que empezara el concierto, y ya estaba nerviosa. Hace años yo estaba detrás de esas puertas, con demás auryners, nerviosísima por entrar. Y ahora estaba dentro con ellos. Se fueron a cambiar con la ropa que habíamos comprado, y nosotras también. Se hicieron las 9 y media, y nos pusimos en primera fila como nos dijeron. La gente empezó a entrar, hasta que se iba llenando cada vez más.

martes, 13 de agosto de 2013

Capitulo 34: Se van



Quise acercarme más para verla de cerca, pero unas chicas no me dejaban pasar. Regresé atrás para hablar con Carmen.
- Si... Creo que si es ella... ¿Como que no nos dijo nada? – Se extrañó Carmen.
- ¿Con quién habrá venido? Tengo que hablar con ella, cuando acabe el concierto voy fuera a ver si la alcanzo.
- Está bien... Me tiene preocupada, ni nos llamó, ni nos dejó mensajes... Nada.
- Si ha venido hasta aquí, digo yo que estará bien... Pero ahora pienso disfrutar del concierto. – Dejamos de hablar del tema, y nos giramos adelante otra vez. El concierto empezó poco después.
-¿Como estáis Toledo? – Gritó Blas al público. Todos Empezaron a chillar, a llorar y aplaudir. Empezaron cantando Route 66 y siguieron con HeartBreaker. Aquello era impresionante; las luces, la gente saltando y cantando... Mucho mejor que ir de fiesta con los amigos a una discoteca. Todo pasó muy rápido; acabaron el concierto cantando Siempre estás ahí, pero después, volvieron a salir por sorpresa y cantaron HeartBreaker 2 veces por última vez. Aquella noche había sido increíble. Apagaron los focos, y encendieron las luces. Intenté acercarme a ella para saber que no me confundía de persona;
- Id saliendo fuera antes de que esto acumule de gente y no os dejen salir, Carmen y yo tenemos que aclarar antes una cosa. - Les dije a las demás.
- Vale, nos encontramos... ¿al lado de la columna...? - Dijo Maria.
- De acuerdo, hasta luego. - Carmen y yo nos dirigimos a la que creíamos que era ella, pero tardamos demasiado. La había perdido de vista.
- ¡Mírala! - Dijo Carmen señalando una chica con sombrero que al parecer era ella.
- Vamos, corre. - Pasamos por el medio de la gente, y logramos alcanzarla.
- ¿¡Sara...?! - Chillé mientras le daba un golpe en el hombro. Ella echó a correr; la seguimos, pero no tardamos en perderla de vista. Era como si se hubiera esfumado.
- No la veo... Creo que la hemos perdido. - Dijo Carmen bajando la cabeza.
- Lo que no entiendo es porque intenta esconderse de nosotras...
- No querrá que sepamos nada de ella, ni que le hagamos preguntas de porque está aquí. - Temió Carmen. Salimos fuera; pude reconocer el sombrero rosa que llevaba puesto, y fuimos corriendo hacía ella. Cuando nos vio, quiso huir, pero Carmen le cogió fuerte el brazo de modo que suspiró, y se alentó. La condujimos detrás del pabellón para hablar tranquilamente con ella.
- Habla. – Le sugerí.
- ¿Qué queréis que...? – Dijo Sara confusa con una mirada baja.
- ¿Dónde has estado todos este tiempo? ¿Por qué te fuiste? Nos tenías a todos muy preocupados. – Dijo Carmen dirigiéndose a ella para darle un abrazo.
- Lo siento, siento no haberos dicho nada sobre como estaba...
- No hablamos de unos días, han pasado meses, y no nos has mandado ni un mensaje, ni una llamada, ni un correo... nada. – Dije.
- Necesitaba alejarme de todo esto durante un tiempo.
- Aquí lo tenías todo, ¿por qué te fuiste? – Preguntó Carmen.
- No, eso no es verdad. Estaba sola, sin mis amigas, sin mi familia... y la persona que más me importaba aquí, ni me miraba... ¡Por eso me fui! No quería sufrir más por las noches, levantarme, darme la vuelta y hacer como si nada.
- Hombre... podrías habérnoslo contado. – Insistí.
- No quería amargaros la vida, vosotras solo estabais pendientes de divertiros, y ser felices, y yo... no quería arruinároslo todo.
- Vale, y... ¿a qué has venido aquí? A que ha venido lo del concierto, ¿si necesitabas alejarte de ellos? – Dijo Carmen desesperada.
- Tenía que verles. A ellos, y a las Auryners. Les dije que no os dijeran nada de que venía, pero me habéis visto... y todo se ha complicado. Bueno, lo mejor es que me vaya antes de que los chicos me vean, no quiero causar más problemas... Y en septiembre empiezo clases de teatro en Barcelona, no puedo quedarme aquí.
- ¿Estas de broma? Ahora que has venido, no puedes irte otra vez. – Dije. Entonces, los chicos salieron por la puerta de atrás, donde estábamos nosotras.
- ¿Sa...Sara...? – Tartamudeó Dani al verla, que era el primero en salir. Se paró justo en la entrada, y cuando los otros iban a salir, se chocaron contra el. Carmen y yo nos reímos.
- ¡Sara...!!! – Gritaron todos, y fueron a abrazarla. Salvo Carlos, que aún no se lo creía.
- Creo que deberíamos irnos... – Dijo Álvaro con una mirada refiriéndose a dejar a Sara y Carlos solos.
- Vamos, nos vemos fuera. – Le dijimos a Sara. Nos fuimos disimuladamente, y ellos se quedaron solos.
- Es increíble que hayas vuelto. – Dijo Carlos con una sonrisita tímida.
- No he vuelto, tan solo me quedaré unos días hasta el próximo tren en el que me vaya mejor ir. – Carlos puso cara de desánimo.
- Vaya... pues...
- Ya no me valen las excusas. No pienso quedarme, estoy harta de todo, primero, me haces creer que te importo, luego pasas de mi, y después dices que me querías justo cuando subí al tren... Los chicos sois así, unos... – No le dio tiempo a terminar. Carlos se acercó a ella, le acarició la mejilla, y la besó. Sara se separó de él en seguida.
- ¿Se puede saber que haces? Primero dejas que me vaya, ahora vuelvo, y me besas. ¿Para que? ¿Para que luego vuelvas a romperme el corazón? Creo que ésta vez no voy a cometer el mismo error.
Carlos se quedó sin palabras, bajó la cabeza, y por segunda vez, se despidió de ella, pero ahora, parecía ser que para siempre.
- Bueno... en ese caso, espero que sigas siendo fuerte como eres, y seas feliz. Adiós... – Pasó por delante de ella sin decir nada con la cabeza baja, y volvió con nosotros. Sara se dejó caer al suelo llorando sin consuelo, se quitó el sombrero, lo lanzó, y salió corriendo.
Vimos a Carlos venir hacía nosotros, y solo al ver su cara, empezamos a preocuparnos.
- ¿Qué ha pasado con Sara? – Le preguntó Álvaro. Carlos no contestó. Miré a Carmen, salimos corriendo hasta donde estaba ella; pero ya no estaba. Solo vimos su sombrero rosa en el suelo. Carmen empezó a llorar. La habíamos perdido de nuevo.
- Tranquila... Si es su decisión, estará mejor.
- Pero...
- Tendremos que olvidarla. Lo siento...
- Y yo...
Les contamos todo a los chicos, y decidimos que lo mejor era volver a casa, y olvidarnos de esto, que Sara estará mejor como ella ha decidido. Por fin llegamos, y todo volvía a ser medianamente normal. Solo que todos teníamos unas caras de preocupación que inundaban aquel lugar de tristeza. Subí arriba a ducharme, y a desahogarme un poco de todo esto que estaba pasando. Ahora mismo yo también necesitaba espacio, alejarme de esta situación, volver a casa, con mi familia, mis amigos... Quería volver a verles. Ya hacía más de un año que no les veía. Es más, este verano hacía un año que vinimos a vivir a Madrid en el apartamento, y en Noviembre hará un año que les conocimos. Este año me ha pasado muy rápido, y todo ha sido muy raro, sobretodo porque estaba alejada de lo más querido. Salí de la ducha, y encontré un mensaje en el móvil. Era de una de mis mejores amigas, me echaban de menos por allí.
Ahora mismo desearía estar ahí para darles a todos un gran abrazo.
Pero quién sabe cuando todo volvería a ser como antes... Si ellos se vienen conmigo al pueblo, entonces, voy. Pero eso no es posible... Esto de tener una relación con alguien de un grupo con tanto trabajo, es muy difícil. Giras, conciertos, firmas...
Fui a la habitación, cuando poco después, entró Álvaro. Parecía estar muy feliz, después de lo que había pasado.
- Tengo que contarte una cosa muy importante.
- Bueno, cuéntame. – Le dije sonriendo.
- Eres a la primera persona que se lo cuento, quería que fueses tú. Bueno, los chicos ya lo saben, porque nos lo han dicho antes a todos juntos, pero bueno...
- Vale, va, dime, que es.
- Auryn... Se va a Latino-América; o sea, nos vamos de gira unos 2 años allí. ¡¿No es genial?!
- Si... ¡Es maravilloso! ¡Era vuestro sueño! Y lo vais a cumplir. Os lo merecéis.
- Vaya... Gracias, pensé que no lo entenderías.
- ¿Por qué no iba a entenderlo?
- Da igual... Déjalo. – Le sonreí, y nos dimos un gran abrazo.

Todo esto iba a acabar pronto; lo presentía. 

martes, 4 de junio de 2013

Capítulo 33: Maria




Eran las 10 de la mañana, y seguía lloviendo desde ayer. Cuando desperté, no estaba en el mismo sitio en el que me dormí; estaba en el coche, yendo hacía alguna parte. Abrí los ojos, y vi a Magí conduciendo, y a los chicos durmiendo, y a Carmen y a Laura detrás, también dormidas. Creo que Magí se dio cuenta de que había despertado, porque empezó a hablarme.
- Que, ¿te sientes mejor después de la charla de la última vez? – Yo no supe que responder, ya que estaba medio dormida.
- Yo... – Me froté los ojos, e intenté abrirlos. –... la verdad es que si, me desahogué, y sabes que tenía razón.
- Me parece bien que pienses por ti misma, tú a lo mejor lo ves así, si es tú forma de ver las cosas; en parte, creo que también tienes algo de razón. – Al decir eso, tuve que abrir los ojos por la fuerza.
- Quieres decir que... ¿no te enfadaste conmigo?
- Haber, eso es otro tema.
- Es un tema que quiero arreglar, no puedo seguir así contigo, dime, ¿Qué te ha molestado de mí, para que me odies?
- Voy a contártelo de una vez por todas;
- Te escucho.
- Cuando llegaste aquí, todo cambió, y no solo por ti, por todas tus amigas también. Entonces, empezaste a estar con Álvaro... y os enamorasteis.
- Pero tiene que entender que... – No me dejó terminar.
- Lo sé, no puedo separar a dos personas que están enamoradas. Y también sé por lo que me dijiste, que ellos son personas, y pueden mostrar sus sentimientos, y lo entiendo, tienes razón; no voy a regañarte ésta vez, porque creo que me has hecho ver las cosas de otra forma, y es que los chicos también tienen que vivir una vida normal, y a veces se me olvida que son chicos normales. Tú me lo recordaste, y tengo que darte las gracias. – Me quedé sin palabras, sorprendida...
- Gra...  gracias. – Tartamudeé. 
- Bueno, espero que de aquí en adelante todo vaya bien, y que sigas con ellos más tiempo, les haces  muy felices, y sobretodo a Álvaro, te quiero muchísimo, eres a la única chica que ha querido tanto durante todo éste tiempo, desde que empezó su carrera como músico, y yo les ayudé a cumplir ese sueño. Ahora también  sé que antes eras Auryner... La verdad, nunca pensé que una Auryner se convertiría en una persona de nuestra gran familia.
- De veras le importo tanto a Álvaro... – Me sentí orgullosa de que Magí por fin me tratase bien.
- Si, de verdad. En realidad, si tú no hubieras aparecido así en su vida y en las nuestras, créeme, no todo sería igual; gracias a ti, Álvaro tiene un motivo a quién cantarle las canciones, mostrar su personalidad y sus sentimientos y amarte. Ahora siempre le veo feliz, contento, y aunque algo no vaya bien, con una sonrisa en la cara, y todo esto gracias a ti.
- Nunca pensé que dirías esto...
- Digo lo bueno y lo malo. Y eres quién le alegra los días, créeme, he visto como crecía desde hace 2 años, y ahora es cuando tiene más fuerza, gracias a ti, otra vez. Si que es un poco mayor para ti, porque solo tienes 18 años, pero el amor no tiene edades; tampoco os lleváis tanto, solo 5 años; ellos dijeron que no saldrían con menores, y cuando vosotros empezasteis a salir tenías 17, imagínate como debía quererte para estar con una menor después de haber dicho eso. Solo espero que no te vayas, porque él... No sería él mismo.
- Yo tampoco quiero irme, pero sé que llegará el día en que tengamos que separarnos... Ya lo he asimilado. Porque siempre pienso que esto es incluso mejor que un cuento, pero que todos los cuentos de hadas se acaban, y éste tarde o temprano también acabará.
- Pero tampoco pienses eso... Hay que pensar en el presente, y tampoco creo que cuándo os separéis sea para siempre... En un futuro os reencontraréis, y seréis felices de nuevo, y eso espero que pase.
- En realidad es lo que normalmente debería pasar si dos personas se aman tanto. Pero... Yo de pequeña nunca tuve mucha suerte en nada, y ahora ha cambiado. Hace 3 años, aun era Auryner, y me quedé sin entradas para un concierto, y me traumaticé. Nunca me paré a pensar que esto pasaría en un futuro, encontrarme a las personas que antes eran las más importantes de mi vida.
- ¿Ves? No hay que pensar en negativo.
- Antes eso me era muy difícil, ya que siempre me pasaban cosas malas, tampoco esperaba nada bueno, y no lo tuve hasta hace unos meses. – Pasamos hablando el resto del viaje, y pude ver como por fin Magí me entendía. Llegamos a Toledo por fin, y los chicos despertaron; pero Álvaro seguía dormido.
- ¡Despierta! – Le grité. Abrió los ojos y me abrazó; no supe muy bien el porque, pero parecía preocupado. 
- Buf... era un sueño.
- ¿El que?
- Que tú estabas aquí.
- ¿Has soñado conmigo?
- Si, en nosotros, cuando me has despertado creí que todo lo que hemos vivido había resultado ser un sueño. No es la primera vez que lo sueño.
- En fin... Tengo muchísimas ganas de que llegue el día del concierto.
- ¿Por qué? Es un concierto como todos.
- Para ti, pero para mí no; en Toledo vive una amiga mía que conocí en twitter, y la voy a conocer mañana.
- Ah... Por eso estás tan nerviosa.
- Si, porque es una de las personas más importantes de mi vida. – Álvaro se me quedó mirando con una sonrisa.
- Bueno... Yo me voy al hotel. – Le seguí porque no me conocía el lugar, y como los demás ya se habían ido para allá estábamos solos.
- Voy a llamar. – Dijo Álvaro, cogiendo el móvil. Tras unos segundos, Blas contestó a la llamada:
- ¿Álvaro? ¿Pero dónde estáis?
- Verás... Nos hemos quedado a hablar un rato y os hemos perdido. ¿Dónde estáis vosotros?
- Buf... Pues ahora mismo no lo sé, pero creo que tenéis que ir siguiendo la carretera pero por la acera.
- Hombre no, iré por la carretera haber si me atropellan. En fin... Enseguida vamos.
- Os esperamos aquí.
Álvaro colgó, y me dijo por dónde ir. Unos minutos después, supimos dónde estaban los chicos, porque les escuchábamos desde la otra calle chillar.
- Están ahí. – Los señaló, y fuimos corriendo para allá.
- ¡Ya era hora! Es que como siempre vais a vuestro rollo, luego os perdéis... – Dijo Dani.
- Dejemos el tema, quiero irme al hotel. – Dije yo.
- ¿Qué le pasa? – Preguntó David en voz baja.
- Conmigo estaba bien... – Respondió Álvaro.
- Está borde... Será porque está cansada. – Aseguró David.
- Será eso. – Yo ya había empezado a andar, sin saber a dónde ir, y los demás me adelantaron y empezaron a preguntarme:
- ¿Estás bien? – Preguntó Dani.
- Si, solo quiero estar sola. – Le dije.
- Vale, vale. ¿Ni tan solo quieres estar con Álvaro?
- He dicho que quiero estar sola. – Dani dejó de andar, y me dejó sola.
- Dice que quiere estar sola, sin nadie. – Les comentó Dani.
- Hace nada estaba bien... – Dijo Álvaro. – No lo entiendo.
- Yo por si acaso no le diría nada, yo la conozco mucho, y cuando está así... Es mejor no acercarse a ella. – Explicó Laura. Todos decidieron no decirme nada hasta llegar al hotel, y yo seguía caminando, pero detrás de ellos. La verdad, es que no tenía porqué estar así; Magí por fin me entendía y me había perdonado, mañana iba a conocer a Maria y a más auryners. Todo iba bien, pero yo no me sentía bien, tenía como un nudo en la garganta. Pronto llegamos al hotel, y los chicos pidieron la reserva que habían hecho y las llaves de las habitaciones. Álvaro se acercó a mí con una llave, y la dejó caer en mi mano.
- La llave de su habitación señorita. – No pude aguantarme la risa.
- Gracias. – Dije riéndome. Subí al piso que me indicaron ellos, y entré con mi maleta a la habitación. Cuando llevaba un rato ahí, sentada en la cama pensativa, llamaron a mi puerta.
- Hola... Perdón, creo que me he equivocado. – Dijo la chica desconocida.
- ¿Silvia? – Dije desconcertada. - ¿Eres tú...?
- ¡Si! Y tú eres... ¿Maria, verdad?
- ¿Te acuerdas de mí? – Me levanté y le di un gran abrazo.
- ¿Qué haces tú por aquí? ¿No eras de Barcelona? – Me preguntó.
- Si, pero estoy aquí, he venido con... – No quise terminar la frase, porque no sabía s decirle que estaba con los chicos, porque ella aún era Auryner, y si se la presentaba, a lo mejor se molestaban... Así que decidí no decírselo. –...con una amiga.
- ¡Que bien!
- ¿Y tú que haces por Toledo? Si eres de Murcia...
- He venido para el concierto de mañana.
- ¿De Auryn?
- ¡Si! Estaba deseando ir, y como no vuelven hasta Murcia hasta verano... Oye, ¿tú no eras auryner?
- Si... lo era. Aun escucho su música y me encantan, pero lo dejé por cierta gente...
- Buf... Lo siento. Bueno, no eres la única, hay gente que lo dejó también por algunas personas.
- Bueno... Casi prefiero no hablar de ese tema.
- Tranquila, bueno, me alegro mucho de haberte visto por aquí, y como somos del mismo hotel... ¡Ya nos veremos! Me voy haber si encuentro mi habitación, ¡adiós!
- Adiós, hasta luego. Le sonreí, y cerré la puerta. En menudo lío me había metido... ¿Como iba a hacerlo para que no se diera cuenta de que estoy con los chicos? Era una misión imposible. Todo por mi culpa. ¿Y que les iba a decir a las demás auryners que me encontrara en el concierto? Ahora si que tenía un nudo en la garganta. ¿Por qué las cosas nunca pueden ir perfectas?
De repente, mientras miraba por la ventana pensando en como arreglármelas con ese lío, entró Álvaro.
- ¿Qué te pasa? – Me preguntó al entrar.
- Buf... Ahora mismo me pasan muchas cosas, y casi ninguna es buena.
- Cuéntame. – Lo miré indecisa, pero finalmente se lo conté, tampoco iba a perder nada.
- Me he encontrado con una amiga de twitter en el hotel, que acaba de pasar por aquí, porque se ha equivocado de habitación, o algo así.
- ¿Y eso que tiene de malo?
- ¡Pues que es auryner! Y como os vea aquí, conmigo, después de que le haya dicho que venía aquí con una amiga... Me va a odiar.
- ¿Es auryner? Que casualidad. ¿Y porque está aquí?
- Es de Murcia, pero ha venido aquí porque mañana va a vuestro concierto.
- Pues dile la verdad.
- Creí que si se lo decía, querría una foto y estar con vosotros, y me  habríais reñido por habérselo dicho.
- Bueno, pues arreglalo. Total, solo es una fan, no cuarenta fans.
- Creo que es lo mejor... Decirle la verdad, y os la presento.
- Por mí bien. Bueno, te espero abajo en el vestíbulo con los demás. Que te vaya bien.
- Vale, luego bajo. – Salí de la habitación para buscarla, pero pensé que sería muy difícil encontrarla, por lo tanto, bajé a recepción y pregunté el número de su habitación.
- Perdone, ¿puede decirme cual es la habitación de Silvia Villar? – Pregunté a la recepcionista.
- Silvia... Aquí, si, la número 122, al piso de arriba. – Me respondió.
- Muchas gracias, adiós. – Subí por el ascensor, y miré por los pasillos del piso.
- Habitación número 97..., 98..., ahí la 100... ¡122! – La encontré por fin, estaba al final del pasillo. Di dos golpecitos a la puerta, y Silvia me abrió.
- Hola, ¿querías algo? – Me dijo Silvia abriéndome la puerta.
- Pues si... ¿puedo pasar?
- Claro, no molestas.
- Bueno, quería contarte una cosilla... ¿sabes que antes te he dicho que había venido aquí con una amiga?
- Si, ¿y?
- Pues era mentira; bueno, en realidad si, pero no solo he venido con una amiga... También con Álvaro, Blas, Carlos, Dani y David.
- ¿Bromeas verdad? No puede ser.
- No, no bromeó. Hace unos meses que estoy con ellos viajando, y estoy con Álvaro...
- ¿Y no me lo dijiste? – Dijo sorprendida. – Bueno, en por otra parte lo entiendo, por ellos... Es normal, yo no se lo habría dicho a nadie, porque necesitan intimidad... Pero gracias por decirme la verdad.
- ¿No te has enfadado?
- No, ya te he dicho que lo entiendo. Tranquila, no se lo diré a nadie. Y me alegro de que ahora estés con ellos... Es un poco raro, y fuerte que después de que fueran tus ídolos te los encontraras un día y te unieras a su familia... Es impresionante, has tenido mucha suerte.
- Buf... Es una historia muy larga, ya te la contaré de camino al concierto.
- ¿Al concierto? ¿Vas a ir al concierto?
- Si, sigo yendo a todos los conciertos.
- Que suerte... Pero te lo mereces, porque si antes no lo pudiste disfrutar tanto por lo que fuera, ahora estás con ellos... Y tranquila, en la cola haré como si no supiera nada, ¿eh?
- Vale, gracias, es que tampoco quiero que todos empiecen a hacerme preguntas.
- Es normal... Yo tampoco querría.
- ¿Vienes conmigo un momento? Tengo una sorpresa para ti.
- ¿Para mí? – Salimos de la habitación, y bajamos al vestíbulo. Ahí estaban los chicos, y en cuanto Silvia les vio allí sentados, se echó a llorar.
- Son ellos... – Se acercó a ellos, y los abrazó.
- Me han dicho que eres pastelita... – Le dijo David. – Te amo, ya lo sabes. – Silvia estaba sorprendida, y me alegraba de haber cumplido uno de sus sueños, y aunque ya les había abrazado otras veces, se lo merecía infinitas veces más.
- Gracias por todo, chicos. Nos vemos mañana por la noche. – Les dijo Silvia.
- ¿Estas bien? – Le pregunté.
- Súper bien, que tengo a mis ídolos delante...
- Te entiendo... ¿bueno, y que quieres hacer?
- Pues me voy, no quiero molestarles. Ya nos veremos, adiós. Y gracias por todo Maria.
- No las des, adiós.
- Es maja la chica. – Dijo Álvaro.
- Si, es una auryner que se merece todo lo bueno del mundo. – Dije. Se acercó la hora de cenar, y cuando acabó la cena, subimos a las habitaciones.
- Mañana será el gran día... – Nos recordó David.
- Vamos a dormir, mañana tenemos que madrugar e ir para allá pronto. Aun tenemos que hacer los ensayos y pruebas de sonido. – Explicó Blas. Seguidamente, nos fuimos cada uno a su habitación. Me puse el pijama, y me metí en la cama. Estaba tan cansada que no tardé ni 5 minutos en dormirme. Mañana me esperaba un día y concierto geniales. Conocería por fin, a Maria. Y vería y estaría rodeada de Auryners. El sueño de cualquier Auryner. Eran las 5 de la mañana, cuando escuché un grito que venía de otra habitación; no era agradable. De repente, un guardia armado se presentó a mi habitación.
- Disculpe, estamos buscando a un criminal desaparecido de la cárcel; se dice que ha entrado en éste hotel durante la noche. – De repente el corazón me iba a cien, abrí los ojos sorprendida, y salí corriendo de la cama y me puse a su lado.
- Y dice que... ¿está aquí, en ésta habitación? - Pregunté nerviosa.
- Buf... Hemos mirado por todas las de éste piso salvo en la suya. ¿Podemos revisarla?
- Claro. – Los latidos de mi corazón aún eran más fuertes y rápidos, cuando oí que el guardia soltaba un grito; escuché el ruido de unas cadenas, y di dos pasos atrás. De repente Álvaro apareció en mi habitación corriendo y me cogió las manos mientras me sacaba de la habitación.
- ¿Estás bien? – Dijo muy preocupado. No pude decir nada más, cuando vi que el guardia se acercaba a la puerta con el desaparecido de la cárcel a su lado atado. Solté un grito solo al verlo. Otro guardia por detrás de mí se acercó al otro, y cogió al preso.
- Es éste. Puedes llevártelo. – El otro guardia cogió al preso por el brazo, esposándolo para que no escapara. El hombre, pasó justo por mi lado, y me miró con mala cara. El guardia lo empujó para que siguiera caminando, y se lo llevaron por fin.
- Buf... Siento mucho las molestias. Por lo que hemos averiguado, ha entrado aquí a las 3 de la mañana, y ha pasado el resto de las horas. – Dijo el guardia. Me quedé de piedra. Inmediatamente puse mi mano sobre mi frente.
- Bueno, lo importante es que estás bien. – Me dijo Álvaro.
- No puedo creer que haya estado aquí, dentro de mí habitación mientras yo dormía... – Me giré hacía Álvaro y me abrazó.
- Bueno, siento todo lo que ha pasado. Que pasen bien el resto del día, adiós. – El guardia se fue por el pasillo, y Álvaro cogió mis cosas de la habitación y se las llevó a las suyas.
- Tu no te quedas más en ésta habitación. Ésta noche nos iremos de aquí.
- Pero ya lo han detenido...
- Da igual, Toledo es muy peligroso, y éste sitio también, no me gusta. Si te hubiera hecho daño...
- Que miedo he pasado... Por un tiempo voy a dejar de dormir en los hoteles. Además, ésta vez dormíamos cada una en una habitación separada... Y tenía que pasarme justo a la mía de las cientos de habitaciones que hay... Que miedo me da éste sitio.
- Venga, nos iremos pronto. – Entré en su habitación, y me cambié en el baño. Ya todas las partes de ese hotel me daban miedo, no quería ni ir a desayunar. Una vez acabamos todos, salimos de las habitaciones y nos esperamos al vestíbulo a que Magí viniera en coche a recogernos. Silvia se acercó a mí preocupada:
- ¿Estás bien? He oído que en tú habitación han encontrado al criminal.
- Si... Ha sido horrible, pero estoy bien. No tenía ni idea de que estaba ese ahí... Lo he pasado fatal.
- Bueno, me alegro de que estés bien. ¿Y ya os vais?
- Si, ahora Magí vendrá a recogernos.
- Pues ya nos veremos al concierto, ¡adiós!
- Adiós, hasta luego, haber si nos vemos. – Le sonreí, y ella se fue a desayunar. Vimos el coche de Magí aparcado fuera, y a él dentro. Salimos, y los chicos a lo lejos se despidieron de Silvia.
- ¡Hasta ésta noche! – Gritó Dani a Silvia. Ella lo escuchó, y sonrió. Subimos al coche, en dirección hacía la sala del concierto. Al llegar, vimos que mucha gente ya estaba haciendo cola para entrar. Entraron por la parte de atrás, y empezaron las pruebas de sonido. Nosotras, nos fuimos a la cola para que no supieran que les conocemos. No pude creer lo que vi. Eran las auryners que había conocido gracias a twitter: Aida, Judith, Irenne, Carmen, Maria, Alba, Ana, Marta, Paula, Marina, Meri, Silvia, y la más importante de todas a la que aún no había conocido en persona: Maria.
Fui corriendo hacía dónde estaban todas, y les di un abrazo. Todas se sorprendieron de que estuviera ahí; me acerqué a Maria por detrás, se giró y le di un gran abrazo.
- Eres tú... ¡Maria! – Me dijo con una sonrisa enorme en la cara.
- Por fin... Sabía que ésta vez tenía que conocerte si o si. – Seguí abrazándola y le dije a Laura que nos sacara una foto de recuerdo.
- Sácanos una foto, sé que cuando acabe el concierto no volveré a verte en mucho tiempo, pero al menos tendré ésta foto para recordar éste día toda mi vida.
- Ahora ya podré decir que te he conocido... Pero ahora no pienses que se acabará el día, porque solo son las 2 del mediodía y tenemos hasta las 7 para hablar y estar juntas.
- Bueno, éstas son unas amigas, Laura y Carmen.
- ¿Son Auryners las dos?
- Solo Carmen. Y por ahí delante están otras amigas de Barcelona, Murcia y Mallorca que han venido hoy aquí.
- ¡Que bien! Me alegro de que hayas podido volver a verlas. ¿Os quedáis aquí?
- No sé si deberíamos volver al final...
- No, quedaos aquí, sino decid que os estaba guardando el sitio.
- Muchas gracias. – Nos quedamos a hablar durante mucho rato, y después Laura y yo fuimos a buscar algo para comer mientras Carmen y Maria se quedaban en la cola. Oímos desde la tienda muchos gritos; las auryners chillando porque los chicos habían salido a saludar.
- ¿Y eso? – Preguntó Laura.
- Ve acostumbrándote, son las auryners. – Mientras cogíamos la comida para llevar, sonó Heartbreaker en la radio. Yo me emocioné; eso tenía que ser el destino. Acabamos de la comida, y regresamos a la cola. Pasamos ahí 5 horas más hasta que abrieron las puertas. La cola se iba moviendo, y nosotras avanzábamos. Sacamos las entradas porque ya nos tocaba, y entramos por fin. Ya estábamos dentro de la enorme sala. Las luces estaban apagadas, y se encendieron unos focos. A lo lejos, pude reconocerla; era ella.